Los aceites de semillas: un peligro oculto en nuestra dieta
Durante años, nos han dicho que estos aceites industriales son una alternativa "saludable" a las peligrosas grasas saturadas de origen animal.
Hola, querido lector. ¡Qué alegría es tenerte de vuelta! Recuerdo que la última vez que tuvimos la oportunidad de conversar, abordamos el tema de las modificaciones que realicé en mi régimen alimenticio con el objetivo primordial de optimizar mi estado de salud. Un cambio importante que se destacó fue la disminución significativa en el consumo de carbohidratos, especialmente aquellos de tipo refinado. Hoy, me gustaría que conversáramos acerca de otra categoría de alimentos que decidí eliminar de mi dieta prácticamente en el mismo periodo de tiempo: los aceites de semillas.
Estos aceites, que han formado una parte esencial de los ingredientes de los alimentos procesados en las últimas cinco o seis décadas, también se utilizan para freír todo tipo de alimentos en casa y en restaurantes por su bajo costo. De hecho, su consumo ha crecido de forma alarmante, más del 1600 % desde principios del siglo XX. Se considera que el consumo frecuente de aceites de semillas aumenta el riesgo de mortalidad relacionado con la dieta y el estilo de vida en un 62 %, solo superado por la obesidad y el consumo de tabaco. A pesar de haber sido promovidos como una alternativa "saludable" a las grasas saturadas de origen animal, estudios recientes han demostrado que estos aceites no aportan tantos beneficios como se nos había hecho creer.
El consumo de aceites de semillas ha crecido de forma alarmante, más del 1600 % desde principios del siglo XX.
Los aceites de semillas: un peligro oculto en nuestra dieta
Durante años, el dogma nutricional, médico y agroalimentario nos ha convencido de que estos aceites industriales son una alternativa "saludable" a las peligrosas grasas saturadas de origen animal, debido a investigaciones publicadas en los años 50 que revelaron una falsa relación entre el consumo de grasas saturadas y las enfermedades cardíacas. Sin embargo, resulta que el dogma estaba equivocado una vez más. Los aceites de semillas, junto con los carbohidratos, especialmente los refinados, son los verdaderos responsables del aumento de una serie de desórdenes metabólicos en los últimos 50 o 60 años. Estos incluyen sobrepeso, obesidad, diabetes, cáncer, enfermedades digestivas, cardíacas, endocrinas, neurodegenerativas y autoinmunes, entre otras.
No es casualidad que algunos de estos cultivos de los que se extraen los aceites de semillas reciban subsidios gubernamentales en diferentes países del mundo. La compañía Procter & Gamble (P&G) tuvo un papel significativo en la popularización y comercialización de aceites de semillas a principios del siglo XX. En 1911, P&G desarrolló una técnica innovadora llamada hidrogenación parcial, que permitía transformar aceites líquidos, como el aceite de semilla de algodón, en grasas sólidas. Esto resultó en la creación de la margarina y las grasas vegetales. Ambos productos se promovieron como alternativas más económicas y duraderas a la manteca de cerdo y la mantequilla.
Los aceites que no debes consumir
Para darte una idea más clara, algunos de los principales aceites de semillas, como los de soya, girasol, uva, algodón, maíz, salvado de arroz, canola (colza) y maní (cacahuate), contienen un alto porcentaje de omega 6 o ácido linoleico. Este componente puede desencadenar una reacción inmunológica en el cuerpo humano y causar inflamación crónica y otras condiciones de las que hablé en el párrafo anterior. Todos estos aceites poseen un contenido de omega 6 mayor al 30 %, cantidad que es intolerable para el cuerpo humano.
Para mantenernos saludables, es fundamental mantener un equilibrio perfecto entre los contenidos de omega 3 y omega 6 en nuestras células, es decir, una relación de 1:1. Este equilibrio es vital para el desarrollo cerebral, la reducción del riesgo de enfermedades coronarias, hipertensión, cáncer, diabetes, artritis, otros trastornos autoinmunes y posiblemente enfermedades neurodegenerativas. Hoy en día, esta relación suele estar entre 4:1 y 50:1 a favor del omega 6 en el humano promedio. Este desequilibrio en la proporción de ácidos grasos se debe principalmente al uso extendido de aceites de semillas industriales, que contienen altos niveles de omega 6 y reemplazan otras fuentes de grasas que podrían ayudar a equilibrar esta proporción.
El impacto ecológico
Además, no solo se trata de los efectos perjudiciales para la salud, sino también del impacto ecológico que conlleva la producción de estos aceites. Para su extracción, se requiere de grandes extensiones de terreno para cultivar las materias primas. Esto resulta en la destrucción de hábitats, degradación y erosión de suelos y contaminación de aguas y suelos con fertilizantes químicos provenientes del petróleo y plaguicidas venenosos. Son tan perjudiciales para el ambiente que los restaurantes deben contratar a empresas especializadas para que los recojan y procesen antes de desecharlos porque contaminan agresivamente.
😯 Para que tengas una idea de lo que hablo, cinco cucharadas de aceite de maíz requieren de 98 mazorcas de maíz, 2.800 semillas de girasol, 625 uvas y 40 tazas de salvado arroz. Para ponerlo en perspectiva, es probable que tú consumas entre cinco y diez cucharadas de aceites de semillas cada día.
También es importante destacar el proceso de producción de estos aceites, que es en sí mismo un proceso complicado. Se extraen de las semillas oleaginosas a través de una serie de procesos industriales que incluyen calor, desodorización, decoloración y, en algunos casos, hidrogenación (para evitar la oxidación). Es importante mencionar que en el procesamiento de los aceites de semillas se utiliza un solvente inflamable llamado hexano. Este es un hidrocarburo derivado del petróleo, conocido por sus propiedades neurotóxicas que afectan el funcionamiento de las células nerviosas. Estos procesos son necesarios para hacer que estos aceites sean comestibles. Sin embargo, puedo decir con seguridad que, incluso después de pasar por estos procesos, los aceites de semillas permanecen siendo nocivos. Antes de que se los use como alimentos, estos aceites era empleados para lubricar máquinas.
Para ilustrar lo que esto significa, te compartiré mi experiencia personal. Hace algunos años, antes de que adoptara ciertos hábitos saludables que me permitieron mejorar mi salud física y mental, noté que en la zona de mis tríceps y hombros habían aparecido unos granitos rojos y negros, como si mis poros estuviesen inflamados. En ese momento, desconocía la causa de estas erupciones que a veces me causaban picazón. Simplemente pensé que era un estado natural de mi piel y que estaba relacionado con mi edad. ¡Qué equivocado estaba!
Una vez que dejé de consumir aceites de semillas, me di cuenta que los granitos empezaron a desaparecer y, actualmente, la piel de la zona de mis tríceps y hombros está completamente limpia. Es importante que sepas que los problemas cutáneos pueden ser un indicativo de que el cuerpo no está en buen estado.
En otras palabras, cualquier tipo de dermatitis o inflamación de la piel (como manchas, erupciones, sarpullidos o irritaciones) son signos de un deterioro de la salud, especialmente de la salud digestiva y metabólica.
Ahora que conoces toda esta información, ¿te gustaría seguir consumiendo aceites de semillas?
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Juan - 50yFit
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